martes, 11 de agosto de 2009

Una opinión sobre todo y nada.

Quería algún día llegar a esos mundos de ensueño que solo logré soñar, a praderas azuladas, a atardeceres de múltiples soles, a los castillos en los horizontes donde por doquier galopan princesas y caballeros que disputan sus amores. Quisiera ser el adaliz de una nueva era, el que inunde el mundo con fantasías plenas, con augurios de locura en un mundo racional, que sumerje y se deja llevar a la deriva por sin sabores sin piedad. Quisiera dar esperanza a los que ya no la esperan, y ánimo con palabras sinceras, quisiera que vieran la vida no como una tortura, sino como una oportunidad, y que por mucho que duela, siempre se puede encontrar, personas buenas, de esas que parecen de cuento de hadas y no pretenden engañar. Todavía existen aunque se escondan, aunque no lo sepan, aunque no hayan descubierto en su interior tan noble gentileza. Hay personas que desean dar y no lo hacen por miedo, personas que se estremecen con la ménción de un desamparo extremo. Hay personas que han soñado con un mundo de ensueño, que no hacen nada por tenerlo mientras la vida se deshace alrededor de todo lo que era bello y fresco. Hay personas que ven como se marchita la flor sin hacer nada, que ven como duele el dolor sin apartar la mirada, sin ofrecer la mano, sin derramar una lágrima. Hay personas que son más de lo que creen, que no hacen nada porque especiales creen no ser , sin saber, cayendo en el gran error, que todos somos únicos por nuestro corazón. Hay personas que pueden hacer más, en las que quiero creer, y que me van a decepcionar, lo se y lo he visto antes de que pueda pasar, pues pasa a diario y es fruto de incontables disputas, voceríos e iras ocultas que encuentran ayuda en el más insignificante detonante, el que dispara una frase desafortunada, el que llora sin motivo, el que calla sin razón, el que busca y no encuentra una motivación. Hay tantas personas en el mundo que sentirse importante es relativo por muy grandes que creamos ser. Somos nada en comparación, seríamos unidad si uniéramos las manos, seríamos realidad si tomáramos conciencia de que no importa que nos quiten o nos den, que nos hagan o nos dejen de hacer si nosotros no actuamos como un solo ser. Quisiera saber lo que puede importar a un enfermo terminal, que este te haya insultado, que mal hayas dormido, o tu ilusión se haya desparramado. Quisiera saber como se tomaría un paraplégico el enfado por un esguince, la urgencia por una recuperación que en su caso no tiene espera. Quisiera que la gente viera con los ojos de los demás, que se pudiera poner en el lugar, saber lo que quizás siente otro y experimentar la humildad. Nuestros miedos, nuestras batallas y nuestros rencores son tonterías para otros con problemas más grandes. Así pues, tratarlos como se merecen, sin concenderles mayor poder sobre nosotros que el que se merecen, pues cada en fado es un camino hacia la soledad, y cada razonamiento es el camino hacia la verdad. Cada sonrisa, cada buena intención, así como los buenos sentimientos de un buen corazón, llevan a una vida plena, sin arrepentimientos, sin decepciones ni puertas abiertas a la desazón. Es mi humilde opinión, siempre hay alguien que sufre más, siempre hay alguien que lo vivió, siempre se sale del agujero que nosotros mismos cabamos. Solo hay que tener valor para intentar taparlo.

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