No he tenido otras luces
que alumbren mi despertar,
que tus ojos marrones,
del color de la tierra húmeda
que nutre mi raíz,
que alimenta mi pensar,
del color del tronco del arbol
que sujeta el balancear
que me mece y me lanza
dándome alas para volar.
No he tenido más cimientos
que los de tu sonrisa,
cada vez que surge
expléndida e invicta.
No he tenido más sustento
que tus labios de tempestad,
para contarme tus anhelos,
para relatar cada cuento
lleno de implícita verdad.
No he tenido nada de valor,
hasta que sentí
en mi vida tu corazón,
hasta que demostraste
lo que me quieres
y lo que te quiero yo.
No he tenido mayor tesoro
que quiera conservar,
a pesar de la falta de luces
que parezco demostrar.
No he tenido tanto poder
y tan poco tiempo
para lo que deseo ejercer
y lo que ignoro aprender.
Crear contigo un futuro,
una decisión difícil
que ahora no dudo,
crear contigo amaneceres
de esperanza repletos,
atardeceres de ensueño,
mañanas de felicidad
tras las dormitadas horas
que ahora tienen dueños.
Crear contigo parajes
que en compañía contemplar,
que no existían antes
de a mi vida tu llegar,
construír la senda
de los que luego han de estar,
dándoles el amor que ambos
nos despositamos sin cesar,
dándoles la pasión sincera
de dos buenos humanos.
Quiero ser contigo
lo que todo hombre desea,
aunque no se de cuenta
y el instinto lo pervierta.
Adorar cada centímetro de piel,
cada célula de tu cuerpo de mujer,
que es tan pura como divina,
pues solos los dioses soñaron
con alumbrar una vida,
y tu me la has dado,
cuando estaba perdida.
jueves, 10 de diciembre de 2009
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