A menudo me da por darle trabajo a la cabeza y diseccionar cosas o actos de la gente o de la vida. Suelo no comprender muchas cosas que pensándolas de otra manera llegan a tener sentido. Así y todo no he llegado a descubrir cosas como la mala educación que abunda últimamente por el mundo, aunque yo solo puedo hablar ciñéndome a mi pueblo, Alcázar de San Juan. Lo veo a diario porque trato con ellos, porque estoy de cara al público y contemplo, a veces indignado, otras indiferente y en ocasiones, las menos, maravillado, como la gente actua de formas insospechadas y contraproducentes para los demás. El hecho es que nos da igual lo que afecte a los demás, nos da igual que a alguien pueda molestarle que quede una gota en la taza del bater, o que se tiren las cosas al suelo habiendo papeleras cerca. Nos da igual que molestemos a alguien que está sentado alrededor nuestro, ya sea por hablar a voces, o por dar golpecitos con algún objeto de forma insistente y desquiciante. Nos da igual que alguien ageno a nuestro entorno pueda sufrir las consecuencias de un chicle pegado en un asiento, como forma más simple de gamberrismo.
Sin embargo hablaré de mi trabajo. Yo soy Acomodador en un cine, por más que tenga aspiraciones de escritor bohemio tengo que pagar las facturas que insisten en seguir llegando. Este trabajo hace que vea como la gente, al menos en mi pueblo, se comporta de forma irracional y poco cívica. Aquí van unos consejitos para quien los quiera tomar, pueden ser muy eficiente y evitar, en ciertas ocasiones, desastres como tener que sentarse en la primera fila.
1º: Lo primero que se puede observar cuando entran al hall del cine, tras darle la entrada al portero, es que no saben si ir a comprar algo primero, o coger sitio en la sala, o dividirse para abarcar ambas tareas. Un consejo sería el siguiente: Si hay mucha gente merodeando de aquí para allá, entrando y saliendo a la sala en la que se proyecta la película que se quiere ver, información está que siempre viene en la entrada, junto con el nombre de la película y la fecha, además del precio y la numeración (si estuviera numerada), se aconseja que alguien vaya a coger sitio, por si acaso. En el caso de que no haya mucha gente y por lo tanto no exista peligro de perder un lugar privilegiado, uno se puede salir y comprar con tranquilidad. Pero si fuera el caso contrario, que la gente no deja de entrar a dicha sala, con que compre uno, si va una pareja, basta, o dos, si van cuatro, y así sucesivamente, para que el resto pueda guardar el sitio, siempre, como digo, en el caso de que las entradas no estén numeradas.
2º: Otro detalle es la espera cuando todavía no se puede acceder a la sala. Se comprende que en el caso de haber niños pequeños, es difícil mantenerlos quietos y en orden. Los padres son los que tienen el poder, pues los empleados del cine bastante tienen con su trabajo. Si los padres no los controlan, pueden encontrarse con que, de alguna forma, los encargados de las instalaciones les llamen la atención por que sus hijos, sobrinos o ahijados, han provocado algún choque fortuito al correr descontroladamente. Los padres saben la forma en que se deben comportar los niños en un lugar público, si no se le inculca día a día crecerán pensando que pueden hacer lo que quieran mientras que no sean vistos por los empleados. En el caso de que haya butacas, sillas, mesas, etc, se supone que se deben utilizar debidamente, ni sentarse en las mesas, por muy bajas y a huevo que estén dispuestas, ni alzar los pies por encima de ellas a modo de reposa pies, etc. No se exige que no se tiren palomitas ya que la gavedad es algo normal en todo el mundo y a quien más y quien menos se le cae alguna, pero si tener el cuidado y la atención de fijarse por donde se camina, ya que se han dado casos de golpes fortuitos contra otras personas o contra columnas.
3º: Una vez dentro de las salas, aunque las butacas estén dispuestas de forma atractiva para acomodarse y extender las piernas de forma que uno quede casi tumbado, es de sentido común que a los demás expectadores no les haría gracia, por mucho que no se quejen de la situación. En verano, con los pies descalzos y sudorosos, la situación es mucho más, por decirlo de alguna forma, incómoda. Si no se quiere que a uno le llamen la atención, lo normal es sentarse de forma correcta, más alto, más bajo, pero con los pies en el suelo. En los pasillos por los que los espectadores suelen circular para acceder a las butacas deseadas, o para salir al servicio en mitad de la proyeccción, es preferible contener las ganas de estirar las piernas ocupando toda la extensión, o al menos estar atento por si alguna persona va a pasar. Después está el tema de los alzadores para niños, como su propio nombre indica, son para los niños pequeños que no pueden ver sin la ayuda de estos. Cualquier otro niño mayor puede provocar que un niño sentado en la fila de atrás que veía sin necesidad de alzador, lo necesite ahora porque la cabeza de este le tapa. Si no se necesita es preferiblesacarlo a su sitio, en el exterior de las salas, antes que dejarlo en el suelo, ya que esto puede provocar que alguna persona tropiece al intentar salir al aseo, por ejemplo.
4º: Una vez ha terminado la película, y con el fin de dejar todo un poquito más asequible para los empleados y para los siguientes espectadores que han de venir, se debe considerar el hecho de recoger mínimamente aquella consumición que se ha efectuado. No se pretende, ni mucho menos, que se recoja toda una fila, pero si cada uno, como poco, cogiera lo que ha consumido y lo llevara a la papelera, o por lo menos, lo dejara metido en la bolsa que le han dado en la barra, facilitaría el recogimiento de la sala. Pensando en que los que venga después, podrán disfrutar de las instalaciones y podrán acceder a la sala con tiempo suficiene de acomodarse. A ninguno nos gustaría pasar a una sala en la que el suelo esta pegajoso por la bebida vertida, y lleno de palomitas o de gominolas. Las películas se disfrutan menos con el ruido de cortezas de bocabits pisadas por los pies. Es la opinión de un humilde servidor. Espero que les haya servido de ayuda a los que lo lean.
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